------Refugiados-------
Definición:
Según el
diccionario un refugiado, una refugiada es:
Persona
que por causa de una guerra, catástrofe o persecución, busca refugio fuera de
su país:
Otra
definición:
La Convención sobre el Estatuto
de los Refugiados –adoptada el 28 de julio de 1951 por la Organización de las
Naciones Unidas (ONU)– establece que el refugiado es toda persona que debido a
fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad,
pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre
fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no
quiera acogerse a la protección de tal país; o que, carente de nacionalidad y
encontrándose como consecuencia de dichos sucesos, fuera del país donde antes
tenía su residencia habitual, no pueda o, a causa de sus temores, no quiera
volver.
Es muy común que
los refugiados sean vistos como una carga, como gente que necesita ayuda pero
que no tiene mucho que contribuir. Sin embargo, cada refugiado tiene la
capacidad de efectuar contribuciones excepcionales a su propio país y a la
humanidad.
A parte de lo que
hemos oído por la televisión: refugiados Sirios huyen, piden asilo, a lo largo
de la historia de la humanidad nos encontramos de que esto no es algo nuevo,
sino que siempre ha existido. Y todas las personas que han huido de su país han
aportado al mundo y al país al que llegan cosas buenas. Por ejemplo podemos
citar aquí a Albert Einstein, Rigoberta Menchú.
Enseñanzas de Jesús. Los
refugiados son mi prójimo.
Jesús
también fue un refugiado, de pequeño huyo con sus padres desde Belén a Egipto. (Mateo 2, 13-15)
Jesús
no ha enseñado que debemos amar a todos.
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Los
que le seguimos, los que somos amigos de Él, queremos ser reflejo de su imagen
por eso aprendemos sus enseñanzas:
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Cuando acogemos a un refugiado
ejercitamos algunas obras de misericordia (son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a
nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales)
tales como:
DE LAS ESPIRITUALES:
Consolar
al triste.
Jesús
nos ha dicho: "Dichosos los que lloran porque serán consolados". El
consuelo de Dios, por medio de su Espíritu Santo, nos consuela. Pero, además,
Dios se vale de nosotros para consolar a los demás.
DE LAS CORPORALES:
Dar de comer al hambriento.
Jesús nos ordena
compartir con el necesitado cuando nos dice, "El que tenga dos capas dele
una al que no tiene, y el que tenga alimento, comparta con el que no"(San
Lucas, 3-11). Al compartir nuestro alimento, no solo les llenamos el estómago a
nuestros hermanos necesitados, sino que les mostramos el amor de Dios que no
los deja desfallecer.
Dar de beber al
sediento.
Con
cuantas ganas nos bebemos un vaso de agua fresca luego de recorrer un largo
trecho para calmar nuestra sed. ¿Cuántas veces pensamos en nuestros hermanos
que no tienen un lugar donde beberlo?
Dar posada al
peregrino.
Existen
muchos inmigrantes, refugiados que esperan nuestra ayuda para poder vivir
dignamente junto a su familia, ayuda que debe hacerse presente en toda forma y
a todo momento.
Vestir al desnudo.
A
menudo nos encontramos con hermanos que están vestidos con harapos o bien se
encuentran desnudos, viéndose disminuida su dignidad de hijos de Dios.
Ayudémosles a recobrarla brindándoles una vestidura limpia y respetable, que
les permita reencontrar al Señor en la bondad de los demás.
Las nombradas anteriormente Jesús nos las recuerda en este texto:
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